Este martes por la mañana, agentes federales realizaron una redada en Glenn Valley Foods, una planta de procesamiento de alimentos en Omaha, Nebraska, con una lista de 97 personas a detener. El operativo tomó por sorpresa a la empresa y provocó protestas inmediatas.
El CEO de la compañía, Gary Rohwer, afirmó que no hubo orden judicial ni aviso previo:
“Claro que no hubo orden. Es una redada”, dijo.
La planta, como muchas en la industria cárnica, depende de trabajadores migrantes para el trabajo físico más demandante.
A pesar de usar el sistema E-Verify, la planta fue intervenida, lo que dejó en vilo a decenas de familias.
Protestas espontáneas se desataron en el lugar. Algunos manifestantes incluso se subieron al cofre de los vehículos oficiales para impedir detenciones.
El concejal Ron Hug denunció:
“Estas acciones no solo son injustas y disruptivas, sino que socavan directamente la estabilidad económica de Omaha y la integridad de nuestras familias”.
La policía local fue notificada con una semana de anticipación, pero no tenía detalles del objetivo del operativo. Solo ayudaron a cerrar calles.
Otra comunidad migrante golpeada. Otro operativo sin transparencia. Otra muestra del impacto humano de la política migratoria.