Moy Montes

DESPRECIO A LOS CHIAPANECOS

Letras Desnudas

Mario Caballero

La precampaña de Marcelo Ebrard sigue dando mucho de qué hablar, pero más para mal que para bien.

¿Qué es eso de que su estructura a la candidatura presidencial incluya a personajes señalados de corrupción, gente que en el pasado reciente se aprovechó del poder para llenarse los bolsillos, que hizo un mal manejo de los recursos públicos, que son casos latentes de falta de credibilidad pública, moralidad e integridad?

Se entiende que todo aspirante a algún cargo de elección debe conformar un equipo de trabajo que fortalezca su proyecto político, máxime si se trata de un proyecto que tiene como objetivo la Presidencia de la República.

Está claro que los políticos no ganan las elecciones por sí mismos, por su sola fama, prestigio o popularidad, sino requieren de la ayuda de decenas, quizá cientos de personas que se encargan de formar toda una estructura, quienes son los que llevan las propuestas a la población, los que promueven la imagen del candidato, que fortalecen el programa de campaña y atraen a la gente entorno al político.

Muchas veces estas estructuras están compuestas por gente de experiencia, por mujeres y hombres que han pasado por el desafiante, cansado, pero festivo proceso electoral.

Desde luego, son mujeres y hombres con arraigo y presencia en el lugar donde se llevarán a cabo los actos proselitistas, que conocen y son conocidos por la clase política y la sociedad.

Sin embargo, para que el proyecto político fructifique y se consolide estas mujeres y hombres deben ser de probada rectitud, calidad moral y buena conducta pública.

No es el caso de muchos miembros de las estructuras locales de Marcelo Ebrard.

SABINISTAS Y ENEMIGOS DE MORENA

En Oaxaca, por ejemplo, la estructura del canciller está integrada por declarados adversarios políticos del recién estrenado gobernador Salomón Jara Cruz, quien viene siendo partidario de Morena.

¿Cómo podría prosperar el proyecto de Ebrard con gente que en lugar de caminar en el mismo sentido que el gobierno morenista, se opone, difama y obstaculiza la gobernabilidad del estado y, en consecuencia, se contrapone a la credibilidad del propio partido?

En el caso de Chiapas la situación es mucho, pero mucho peor.

Ya hemos hablado en este espacio que Marcelo tiene entre sus coordinadores regionales de campaña al peor enemigo de Chiapas: Juan Sabines Guerrero.

Sí, al autor del desfalco a las finanzas públicas más grande en la historia del estado, quien durante su reprobable administración generó una deuda por arriba de los 40 mil millones de pesos, que envió a 350 mil chiapanecos a la pobreza, que desvió miles de millones a través de una compleja red de empresas fantasma, que realizó obras y proyectos inútiles como las Ciudades Rurales Sustentables que terminaron por ser tapaderas de corrupción, que vendió el equipo Jaguares a Grupo Azteca y que mintió al decir que la Torre Chiapas era del estado, pero en los hechos (no palabras) es propiedad de Ricardo Salinas Pliego.

Sabines, que llegó al poder mediante una clara elección de Estado, en la que se documentaron múltiples casos de compra de votos, financiamiento ilícito, robo e intercambio de urnas con votos a su favor, es el que encabeza la estructura política de Ebrard en Chiapas.

Y en esa estructura participan los mismos políticos que se enriquecieron durante ese sexenio. Los mismos que hoy gozan de impunidad y que se regodean en la riqueza, en la más descarada opulencia. Antes no tenían para comer, pero ahora beben champán, pasean en yates y viven en grandes y lujosas residencias.

Entre esos sabinistas se encuentran personajes como Nemesio Ponce Sánchez, quien se sabe ocupa un puesto clave en el Instituto Mexicano del Seguro Social.

Ponce fue el brazo ejecutor del hoy cónsul. Fue señalado, entre otras cosas, de perseguir políticamente a los opositores del sabinato. A muchos envió a la cárcel bajo cargos infundados y a otros los desterró. Inclusive hay testimonios de que ordenó torturas contra actores políticos y líderes sociales críticos al régimen sabinista.

Pero también estuvo acusado de amedrentar y “maicear” a los antiguos consejeros del Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana para voltear los resultados electorales a favor de los candidatos afines a Sabines Guerrero. Entre estos, Yassir Vázquez Hernández, Samuel Chacón Morales, et al.

También se dice que repartió maletas cargadas de dinero para el financiamiento de las campañas políticas de estos y otros candidatos que ganaron presidencias municipales y diputaciones locales y federales.

Otro operador sabinista es Juan Carlos López Fernández, quien pasó de ser un mediocre empleado de mostrador en un local comercial en el municipio de Palenque a director del Instituto de Comunicación Social del Gobierno del Estado, donde se presume hizo jugosos negocios con la propaganda oficial.

Él fue uno de los muchos beneficiados de las trampas electorales de Sabines y Nemesio Ponce, alcanzando una curul en el Congreso del Estado y después otra en la Cámara de Diputados.

Un operador más es Manuel Burgos García, quien estuvo señalado de encabezar una red de extorsión a través y sobre mandos policiales en el estado durante su desempeño como director del Centro Estatal de Control y Confianza.

Más recientemente se sumaron a la estructura del canciller Isabel Ancheita Palacios, acusado de corrupción y desvío de recursos públicos en su gestión como subsecretario de Chiapas Solidario durante el sabinato. En esa misma administración fue diputado local por el entonces Partido Orgullo Chiapas (POCH), hoy Chiapas Unido, creado por Sabines.

Uno más es Carlos Cólex Guzmán, quien fue director financiero durante la presidencia municipal de Sabines Guerrero y después coordinador de gubernatura en los primeros años del gobierno. En ambos cargos fue acusado de desviar recursos públicos mediante facturas apócrifas y se cuenta que en este último puesto tenía una gaveta de su escritorio llena de dinero, del que disponía de manera discrecional.

PARADOJAS

¿Con esta calidad de gente quiere Marcelo Ebrard fortalecer su campaña a la candidatura presidencial? A todo esto, ¿se está dando cuenta del mensaje que está enviando a los futuros electores?

Paradójicamente, quien presume de ser estadista demuestra un terrible desconocimiento de la realidad que viven los estados. Porque al acuerparse de estos personajes que tanto daño le hicieron a Chiapas exhibe su desprecio hacia los chiapanecos, que demandan justicia y castigo por los abusos de poder, corrupción y fraudes cometidos por Juan Sabines y su camarilla.

Por si fuera poco, hay una grave contradicción en todo esto. Siendo Ebrard un miembro relevante de la Cuarta Transformación, movimiento que se promueve como el régimen que pretende cambiar la vida pública del país a partir del combate a la corrupción y la impunidad, persigue la postulación a la Presidencia con una estructura integrada por políticos involucrados en execrables actos de corrupción, quienes quieren volver al poder para llevarse lo que antes no pudieron.

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