Antes del Covid, muchos estudiantes tomaban clases y hacían exámenes en el salón de clases, en persona. Después del Covid, muchos de ellos tomaban exámenes en línea, en los que es muy difícil saber si un estudiante está usando información o a otras personas para hacer trampa.
“Y luego llegó ChatGPT. Y ahora, sin importar si estás haciendo un examen o tus tareas, los maestros tienen un problema grande para saber si el estudiante lo escribió o fue hecho con ChatGPT”, explica Jeff Magioncalda, CEO de la plataforma de e-learning Coursera.
Pensar como humano para encontrar a la máquina
Para Magioncalda, una de las cosas en las que suelen fallar las herramientas empleadas para detectar las trampas escolares hechas con inteligencia artificial es que se enfocan en los resultados y no en la forma en la que pensamos los humanos.
“Lo que muchas compañías están haciendo, y que no creemos que sea una buena idea, es que están empleando inteligencia artificial para averiguar si lo que envió un estudiante está hecho con inteligencia artificial. Y es muy difícil que funcione, porque con pocos cambios es indetectable.
“Nosotros usamos a la inteligencia artificial para preguntarle al estudiante sobre su proceso de pensamiento. No queremos el resultado, sino los pensamientos detrás de él. Desarrollamos un diálogo entre la inteligencia artificial, que nosotros llamamos coach, y un estudiante. Una vez que está concluido, nuestra inteligencia artificial le da una puntuación al profesor que refleja la consistencia entre las respuestas y su pensamiento”, señala.
Magioncalda explica que, aunque lo parezca, este método no es nada nuevo, puesto que se basa en el diálogo socrático y en las disertaciones que tradicionalmente se hacen en universidades como las de Oxford o Cambridge.