De esta manera, como lo hace siempre, la política y sus contornos marcan el destino para miles y miles de personas refugiadas y migrantes. El gobierno de Estados Unidos necesita reducir el número de arribos; el gobierno de México, como ha hecho últimamente, se alinea con esa necesidad prácticamente sin restricciones. El escenario apunta entonces hacia fortalecidas medidas de contención que seguramente no serán distintas a las promovidas por la administración de Trump. Por ejemplo, retornar inmediatamente a México a las personas solicitantes de refugio; y además utilizar a las fuerzas armadas mexicanas como aparato de físico de disuasión y freno. Durante las últimas semanas el gobierno de Estados Unidos fue preparando el escenario público, reduciendo o cancelando temporalmente los flujos fronterizos en puertos de California, Arizona y Texas. El argumento fue que el arribo masivo de migrantes les obligaba a dedicar más personal al procesamiento de solicitudes de asilo. En realidad, se trató de una medida política -también, usada antes por Trump- para presionar al gobierno mexicano y además crear un ambiente social antiinmigrante, como efectivamente está logrando. De lado mexicano, los gobiernos estatales y municipales de Sonora, Chihuahua y Coahuila, por ejemplo, están apoyando con entusiasmo nuevas medidas de contención. El gobierno de AMLO, por su lado, ha expresado su disposición a ¨ayudar¨. En estos días conoceremos los nuevos acuerdos entre Estados Unidos y México dirigidos a la contención migratoria y de refugio. Como ha sucedido antes, al final son medidas ineficaces en su objetivo, debido a una cuestión central: los factores que obligan la movilidad de personas son mucho más poderosos que los riesgos del camino o los obstáculos de los gobiernos. Podrán subir los costos: económicos, en violación de derechos, en crisis humanitaria e incluso en pérdida de vidas, pero no se detiene la movilidad. Las organizaciones traficantes de personas -y su red cómplice- son las únicas que encuentran en las medidas de contención una ventaja para sus gigantescas ganancias. Cabe agregar que el gobierno mexicano tiene la oportunidad de ayudar efectivamente en la moderación de los flujos migrantes, pero con otro tipo de medidas: si se empeñara en recuperar el estado de derecho en las regiones que hoy domina el crimen organizado. Un tercio del total de arribos de extranjeros a la frontera de los Estados Unidos corresponde a mexicanas y mexicanos. Con un agravante: la mitad del flujo mexicano está motivado por desplazamientos forzados causados por la crisis de violencia e inseguridad que viven muchas regiones del país. Son nuestros refugiados, movilizados en grandes números. Por lo mismo, gran ayuda sería reconocer y construir una efectiva solución para nuestras muchas crisis regionales. Se reduciría la forzada migración de mexicanos hacia Estados Unidos y, mejor aún, comenzaríamos a recuperar la vida social nacional en condiciones razonables. *Profesor, PUED/UNAM, excomisionado del INM