El invierno ha llegado a Delhi y, con él, una sensación familiar de pesadumbre. El cielo aquí es gris y hay una espesa y visible capa de niebla contaminante o esmog.
Si permaneces al aire libre durante más de unos minutos casi podrás sentir el sabor a ceniza. Y si intentas correr o incluso caminar a paso rápido en la calle en cuestión de minutos te quedarás sin aliento.
Los periódicos han vuelto a usar palabras como «tóxico», «mortal» y «venenoso» en sus titulares.
La mayoría de las escuelas están cerradas y se aconseja a la gente que permanezca en casa, aunque aquellos cuyo sustento depende del trabajo al aire libre no pueden permitirse el lujo de hacerlo.
El índice de calidad del aire en Delhi estuvo entre 1.200 y 1.500 el lunes y martes, según diferentes agencias de monitoreo. El límite aceptable es inferior a 100.
Estos puntajes miden los niveles de partículas finas (llamadas PM 2,5 y PM 10) en el aire. Estas pequeñas partículas pueden ingresar a los pulmones y causar toda una serie de enfermedades.
En redes sociales la gente expresa decepción y angustia por el hecho de que todo esté sucediendo de nuevo.
Junto con la tristeza, hay una fuerte sensación de déjà vu, como si hubiéramos vivido lo mismo muchas veces en los últimos 15 años.
Un problema que no se soluciona
Ya en 2017 había grabado un video de mi viaje en auto hasta la oficina, cuando el esmog había reducido la visibilidad a menos de 2 m.
Este martes mi viaje al trabajo parecía aún peor.
En la oficina de la BBC en Delhi hemos reportado sobre cada giro de esta historia en las últimas dos décadas.
Hemos informado sobre cómo la contaminación está enfermando a las personas y reduciendo su esperanza de vida.
Si toda la India redujera la contaminación por partículas para cumplir con las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los residentes de Delhi, la ciudad más poblada del país, ganarían 7,8 años de esperanza de vida, de acuerdo al informe de agosto de este año del Índice de Calidad del Aire del Instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago (EPIC).
También informamos sobre la orden del Tribunal Supremo al gobierno cada año para que tome medidas urgentes ante la contaminación. El tribunal emitió la misma orden este año.
Hemos investigado cómo la contaminación afecta más a los niños.
Hemos escrito sobre cómo los políticos se culpan unos a otros por el problema cada año.
Hemos discutido la causa raíz del problema y también hemos hablado de soluciones, tanto las que funcionaron marginalmente como las que fracasaron estrepitosamente.
Tambien hemos informado sobre cómo la contaminación afecta más a los más pobres y sobre cómo muchas personas no tienen más opción que salir a trabajar en medio del esmog.
Cubrir esta historia es como vivir (y estar atrapado en) la misma película distópica año tras año, una película que siempre tiene el mismo fin: nada cambia”.
Los parques vuelven a estar vacíos: a la gente, especialmente a los niños y a los ancianos, se les pidió que permanezcan en sus casas.
Aquellos que deben trabajar, como obreros de la construcción, conductores de rickshaws (vehículos de dos ruedas tirados a mano) tosen pero siguen saliendo.
Los hospitales están viendo un número cada vez mayor de personas con problemas respiratorios.
Y en medio de todo esto, volvemos a la misma pregunta: ¿por qué nada cambia?
La respuesta simple es que resolver el problema de la contaminación en Delhi requiere unos esfuerzos y coordinación monumentales.
El origen del problema
Las fuentes del problema son muchas. Una de ellas es la práctica de los agricultores de quemar restos de cosechas para limpiar sus campos y sembrar semillas para la próxima cosecha.
Esto ocurre principalmente en los estados vecinos de Punjab, Haryana y Uttar Pradesh. El humo de los incendios agrícolas envuelve Delhi cada invierno y se instala a baja altura en la atmósfera cuando la velocidad del viento se reduce durante el invierno.
Pero no se puede culpar enteramente a los agricultores por esto, porque es la forma más barata que tienen de limpiar los campos.
Diferentes gobiernos han hablado de proporcionar máquinas e incentivos financieros para detener la quema de cultivos, pero muy poco ha sucedido en la práctica.
fuente: bbc.com